Eran dos parejas
se sentaron a la mesa sin apuros.
Se pasaron entre sí los platillos
el vino y los bocadillos.
Comenzaron a departir en santa paz
el uno le hacía saber al otro, y el otro al otro.
Sus risas eran tímidas y nada ruidosas
en momentos, se daban de pelmazos en la frente.
Matizaban su conversación esculpiendo las palabras.
Parecía prevalecer entre ellos el vocablo: Amor.
Lo digo por el brillo de sus miradas
y esas manos que gesticulaban cómo ángeles.
Era tan sutíl la conversación de ellos
que mis chismosos oídos no se enteraban de lo que pasaba.
Departieron y departieron y comieron.
Terminados sus platillos, nada quietos siguieron.
Fue tan agradable haber estado cerca de ellos.
Finalmente se despidieron.
Cada pareja a su respectivo auto se dirigió
y yo me quedé recordando el eco de la coversación entre ellos.
Los cuatro eran sordomudos.
Ernesto Onofre