Nunca reclamó algo
pidió prestado
se enfadó
hizo malas caras por algo.
Hizo un comentario fuera de lugar.
Habló ( en su caso, ladró ) de mi a mis espaldas. Fue limpio. Como el viento.
Opinó a favor o en contra mia.
Ni mordió mi mano.
En cambio, lamió mi mano dulcemente…
me vio con una mirada dulce y sincera.
Su ladrido era de gusto al recibirme…nada hipócrita…puro.
Me recibía como a un amigo que no has visto en años.
Me alertó a medianoche…como un tigre…
hizo feliz a mi hija por muchos años.
Era bellísimo…su pelaje era como la seda…sus ojos dulces como el amor…
su porte, el de un principe.
Ese era mi perro…y lo extraño.
Ernesto Onofre