Polvo de estrellas.
Pasto de gotas diamantinas.
Fecundas lagrimas amorosas del cielo.
Suspiro tibio mágico emanado de la tierra.
Celestina de la flor, montañas y rios.
Madre de la abeja y su dulce sed.
Que vistes cada primavera al campo con su nuevo vestido.
Inunda mi alma de gozo.
Que el grillo cante contigo al unísono
y la cigarra y cenzontle les hagan coros.
Una sinfonía que Beethoven plagiaría.
Y yo gozaría.
Gracias por tocar a mi ventana.
Y permitirme acariciciar tu pecho humedo.
El placer que causas a mi corazón a través de mis yemas
es electrizante.
Ernesto Onofre