Mar de cempasuchil rodeando Paztcuaro.
Lienzos bordados sobre las limpias lápidas.
Velas, puras cómo el fuego que alimentan.
Colaciones de arrayanes, natillas y membrillo.
El negro rebozo de la noche sobre tus hombros.
Las estrellas pulsantes, guiñandote en su afirmación de hermanas.
La luna, clara y nitida en su cuarto naciente, como una sonrisa.
El sereno de la madrugada empapando tus mejillas.
La tibia mano de una hija, novia, amante, esposa…
estremeciendote con el contacto electrizante de la vida.
Tu corazón llenando los canales de tu cuerpo con liquido vital.
Y tú, testigo en ese momento de lo inexistente y existente ante ti.
Y te pones pensativo mientras te vienen multiples recuerdos.
Atropellados…en orden…media botella del tinto te ubica…
Cuando tu madre te besaba…tu padre te regañaba por robarte las guayabas del vecino…
y de súbito, la voz de alguien proximo a ti te perturba…
Y respiras…jalas hondo…hasta que tu pecho se llena del aire de la madrugada…
cierras tus ojos…y te acuerdas de los tuyos y te emocionas.
Y las lagrimas bajan por los cerros de tus mejillas y te inundan.
Y piensas si algún dia alguien ha de llorar por ti como tú lo haces por otros ahora.
Ernesto Onofre