Se sube el gigante al encordado

exudando humildad.

El enano, arrogantemente

hace gala de falsedad.

 

El gigante entra dispuesto a la batalla.

El enano corre cómo desesperado

buscando donde esconder su mediocridad

Todo mundo se da cuenta de ello. Menos él.

 

El gigante busca y busca al contrincante.

el enano se esconde detrás de sus guantes

pensando que nadie lo va a ver.

El ridiculo es mayúsculo.

 

Se enfrasca la batalla.

El enano abraza las rodillas del gigante.

El enano no está a la altura del gigante.

El gigante, obviamente no puede tocarlo.

 

El gigante pone el corazón.

El enano el bolsillo.

El gigante se crece hasta la luna.

El enano, es tan enano; que ni la lona lo soporta.

 

El gigante sonríe limpiamente al final.

El enano se burla de todos y todo. Principios y honestidad.

El gigante se lleva el cinturón del respeto.

El enano, unas monedas sucias que ni Judas tocaría.

 

Ernesto Onofre

 

 

 

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