Es un lugar mágico.
Con cada noche, la luna y las estrellas vistiendole de plata.
La primavera es otra de sus amantes. Con su pólen enervante y verde como el oceano.
El crepitar de la leña bajo el comal, el calor de mi corazón.
Los tabachínes de fuego y su camposanto olvidado. Huerfanos de amor.
Sus plantíos de chile, mango y güamuchil. Sandía y elote. Rio de niños riendo.
Calles de tierra y lluvia. Tormentas acariciando tu torso desnudo. Perros a tu lado.
Mis pies descalzos acariciando la tierra mientras el sol besa mis labios.
Ernesto Onofre