Estás en el último punto del universo.
Hay un silencio ensordecedor.
El destello de millones de estrellas te ciegan.
Hay una mezcla infinita de gases. Y nebulosas.
Querrías inhalar una para el aburrimiento.
Esto es la muerte.
No hay un solo sonido. Ni el de tu corazón. Está muerto.
Tu habla está atrapada en tu cerebro. Sin eco.
A la distancia distingues el granito de estrella que habitaste.
Tan insignificante. Y tanto que te creías.
El único en el vecindario.
El único en el trabajo. El más güapo.
Nadie tiene idea donde estás. Ni tú.
Y tanto que trabajaste por tu prestigio y posición social.
Mira, ahí está Don Margarito, el que lavaba los pisos de tus oficinas.
El piso final termina siendo parejo para todos.
Y el infinito es la cobija más larga del universo.
Ernesto Onofre