Maté una hormiga.

Produje un litro de saliva durante el breve acto.

Y enseguida una resequedad desertica me tomó la garganta. Cómo una lija.

Mi mano al principio firme, se tornó inflexible.

La maté con el pulgar derecho.

Mis ojos casi salieron de sus órbitas al instante de ese inhumano placer.

Mi ritmo cardiaco fue diabólicamente acelerado.

Y mi vista se nubló de vergüenza, mientras mi corazón vomitaba bilis.

Jugar a ser Dios me ha cobrado noches de insomnio. A mi, que dormía niño.

Tan lindo que caminaba por mi antebrazo…delicadamente…le sentí envidia..?

me imagino su cerebro…delicadas piernas…su forma de ser…

tenía familia…? había algunas hormiguitas esperando por ella?

Dios…! que me hizo actuar así..? lo enano que soy…?

ahora me siento cómo un Maduro…Putín…Stalin…Gordillo…

Pilato…Peña Nieto…Fox…Diaz Ordaz…

Echeverría…Huerta…

Que hizo creerme superior a la hormiga…?

saber que dos y dos son cuatro…?

que soy un millón de veces mas grande que ella…? que soy un imbécil que no tiene idea de nada…? más que de la fuerza bruta..?

Que nos hace actuar de esa forma hacia otros..?

Quien es Putín para adueñarse de otro país…?

Que no nos hemos dado cuenta que somos infinítamente pequeños?…insignificantes…

Microscopicamente, polvo.

Todos necesitamos de lo bueno de otros.

El toque de las yemas del amor.

El respeto de vivir de los demás.

Aun el de una hormiga.

Ernesto Onofre

Leave a comment