Que hermosas son tus rosas.
Los petalos de ellas, han de lucir como tus manos entrelazadas.
Y las dos catarinas a los lados sobre las mismas, tus dulces ojos.
Y sus tallos esbeltos…un arco iris vertical.
Y la lluvia deslizandose por ellas…toda Tú.
Lagrimas del cielo orgullosas de ti.
Y desde un banquito proximo a ellas, te admiro
mientras llueve.
Y me viene un supiro profundo.
Cómo una tormenta ahogandome.
Y la garganta se me cierra de emoción
y admiración por ti.
Y no quiero cortar tus rosas y hacerlas mias.
Siento dos cosas a la vez. Rechazandome. Atrayendome.
Y a la vez, una atracción totál incapáz de consumar.
Siento un dulce y tibio rayo de luz atravezando mi pecho.
Así es de halucinante el efecto de gozar tu presencia.
El aroma de las rosas es el aroma tuyo.
Madre Natura.
Gracias por tus rosas y el resto de tóda Tú.
Ernesto Onofre