Que me quemo cuando rozo las yemas de tus dedos.
Mi pecho arde,
Y me toma una electricidad paralizánte.
La descarga electrica en las sienes de un maniaco.
Y volteo a ver tus ojos.
Y tu sonrisa me dice lo que sientes.
Y hieres mis pupílas.
Y sacudes mi corazón con un súbito beso.
Y se aproxima el momento.
Cuando los dos somos uno.
Cuando el fuego de tus labios purifica mi alma.
Y tu respiración es la briza de la madrugada.
Eso es lo que siento.
Cuando tomas mis manos y me guias por tu cueva.
Ahí veo a las estrellas.
Y siento la cara tibia e informe de Dios.
Ernesto Onofre