Siento un cúmulo de aves en mi pecho.

Cenzontles, canarios, gorriones.

Junto con el grillar del grillo, el ulular de la lechuza y el grito del águila.

En el puro centro. Atormentado mi cerebro y punzando mi corazón.

Me dirijo a tu casa y tu balcón

Abriré las puertas de mi pecho y acompañado de mi guitarra.

Dejaré a todos ellos comunicarte lo que siento por ti.

Su sinfonía ha de ser la más elocuente y contundente.

Me habrás de llevar hasta tu cuarto. Con las ventanas de par en par.

Pondrás tu pañuelo de seda mojado sobre mi frente para mitigar mi fiebre.

Besarás mis labios tiernamente. Darás un masaje a mis pies cansados.

A mis brazos, hombros y cuello.

Me darás el aliento de la vida besándome.

Ma darás el tibio calor de tu cuerpo descansando sobre el mío.

Uniremos nuestros labios para concebir las estrellas.

Y luego de todo ello, pondrás tu cabeza sobre mí hombro.

Y dormiremos hasta el amanecer.

Ámame.

Ernesto Onofre

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