Mi tía Irene había estado súper ocupada preparando

lo que iba a llevar al día siguiente a Zapopan.

La recuerdo de rodillas al pie del metate.

Moliendo los ingredientes del mole perfecto.

Esto tuvo lugar en la vecindad en la que ocupaba el primer

cuarto entrando a la derecha. Un cuarto bien amplio.

Ya eran eso de las ocho o nueve de la noche y ella estaba

trabaje y trabaje. Habíamos de levantarnos a las…cinco de la

mañana del día siguiente. Mis primas Martha y Luz María y yo.

Yo me iba por días con ellas, por haber sido un niño inseguro

y débil, de carácter, yo digo.

En fin, en la madrugada, ahí vamos a acompañar a la Virgen de Zapopan.

Desde Rayón y Vidrio hasta Zapopan. Como a treinta o cuarenta kilómetros de

distancia. En el trayecto, por no se que calle o avenida…la que corre del Colegio la Normal hasta Zapopan…Ávila Camacho. La multitud se volvió densa y apabullante a mi alrededor. Yo medía un metro y diez centímetros…y todos a mi alrededor

parecían gigantes. La proximidad de ellos me abrumó y comencé a sentirme

nervioso y ansioso.Sentía que me faltaba aire. Que me ahogaba.

Quise llorar pero no lo hice. No quería llamar la atención hacia mi tía

y mis primas.

Al fin de todo llegamos a la Basílica de Zapopan.

Hete tú….era un mar de gente.

De allí, te vas a Los Colomos a pasar el resto del día.

Ahí comimos el riquísimo mole de mi tía Irene.

Corrí con los otros niños y pasamos un día agradable.

No se si debido a esa experiencia, ahora no tolero encontrarme entre

la multitud. Por esa misma razón, no puedo estar en un sitio con las ventanas

o puertas cerradas.

No se si a alguno de ustedes les ha pasado algo parecido.

Ernesto Onofre

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