Vivía en Prado 569. Llovían cataratas. Sacaba dos tablas de la cama y
ayudaba a cruzar a las mujeres que vivían al frente. Dos de ellas.
Tendía una tabla al medio de la calle y la otra hacia la acera opuesta.
Me daban una moneda de 20 centavos. Con eso me llenaba de dulces
los bolsillos. Una tarde, Pablo; que vivía con nosotros. ( siempre había
uno que no tenía simplemente donde vivir por el momento ). Pablo
trabajaba manejando una camioneta azul. Una tarde lluviosa nos llevó
a dar una vuelta. Estaba bien nublado. Y nos dirigimos por todo Vidrio
hasta La Fayette. ( ahora avenida Chapultepec). Y de ahí le dimos la
vuelta al monumento Los Niños Heroes. Habían unos plantíos de
jícama y rábanos. Mi papá nos llevaba los domingos a jugar al pie del
monumento. Y corríamos y corríamos alrededor incansablemente.
El tránsito era escaso. Luego de correr un rato, cruzábamos la calle
para comprar jícamas y rábanos que comíamos con chile y limón.
Eran sólo unas…seis cuadras de la casa al monumento.
Y ya por la tarde regresábamos a casa. A seguir jugando canicas y
y trompo. Por aquellas fechas, a eso de las…ocho de la noche todo
el barrio se dormía. Lo anterior lo viví muchas veces antes de
comenzar a ir a la Primaria en septiembre.
Que lindas me parecían las calles de mi barrio. Habían tres tiendas
de abarrotes. Una en cada esquina. La Güera, El Milagro y Abarrotes
Nico.
Esa tarde que Pablo nos llevó a dar la vuelta en esa camioneta fue un
paseo corto inolvidable.
Ernesto Onofre
ni