Revivir y morir en cada uno de los cráteres de tus poros.

Sumergido en la lava del deseo hasta el sitio más profundo.

A medianoche, cuando las estrellas y la luna se alinean para el acto.

Cómplices silentes de nuestros susurros y agitada respiración.

Cuando tu cabello cubre mi pecho y miro los soles de tus ojos.

Y me ciego brevemente para poder sentir tus besos.

Tus muslos ahorcando mi cintura mientras mis manos acarician tus

Popocatépetl e Iztaccíhuatl. Sus volcanes rugientes consumiéndonos

en sus lavas deslizándose por nuestros cuerpos. Y nos fundimos una

intensa brevedad con todos los Dioses habidos y por haber.

Haciéndoles a ellos saber lo hermoso que es este sensual quehacer.

Y cuando te colocas a mi lado sosteniendo mi mano soy todo humano.

Y el silencio lo rompen el grillo y el gallo cuando el sol repliega las

cortinas de la madrugada. Y tú y yo por dormír optamos.

EO

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