Te escribo la presente para decirte que te extraño mucho.
Los días han sido una cacofonía indescriptible. No habiendo una
armonía melódica ni de volumen. Ha sido un staccato altibajo de notas
bajas y agudas producidas por estos incesantes ríos de metal y hule.
Voces discordantes de niños gritando y carritos de compras rodando.
Las tiendas son un teatro de eso las 40 horas del día. Y las otras
veinte también. Las serpientes de escamas metálicas, sisean
alarmantes atacándose unas a otras. Compitiendo estrepitosamente
por el espacio que apenas permite el tránsito del viento entre una y
otra. Es lindo llegarme a mi buhardilla de la ciudad a la orilla.
Sentir tu poderosa presencia esperando. Y correr a abrazarte como al
hermano que en mucho tiempo no había visto.
Pero…estos dos días no te he sentido. Por eso te escribo. Quizá…pasaste
a visitar a un hermano en necesidad de ti. Entiendo. No te reprocho
absolutamente algo. Sabes que mi casa es tu casa y que las puertas y
ventanas están siempre para ti abiertas.
EO