Me llega el aroma de tu cantera mojada. Besada por la lluvia

vespertina. Lavando los asientos color rosa de la Alameda mientras

espero a mi amada. Me llega el penetrante aroma de Flor de Noche y el

de las rosas que se asoman a atisbar la llegada de la primavera. La

tierra húmeda desprende una fragancia de los mismos senos de la

Tierra. De tu tierra pura y tierna. Cuales brazos de madre amorosos.

Entibiando mi cuerpo y mis pulmones mientras ella se acerca.

Los niños corriendo uno tras otro me recuerdan mi niñez.

Y recuerdo sentirte exactamente de la misma forma. Extasiado por tu

invisible notoria perfumada presencia. Los imponentes arboles

frondosos, que tuve la fortuna de conocer a muchísimos de sus

hermanos, por más de un lugar tuyo que recorrí y conocí.

De Norte a Sur y de Oriente a Poniente. El aroma alucinante de tus

delicadas y dulces frutas. Desde al arrayán, hasta la zarzamora.

Dulces como las hojas del maguey embriagador. Ah, recuerdo cuando

me bañé en tus dos océanos. Cuando me arrojaba al rio desde el árbol.

Ah, México mio. Te llevo en el pecho. Y cuando canto tus canciones

rancheras la garganta me palpita cual gorrión prisionero. Queriendo

salir a besarte y amarte. Y grito México! Para que me escuchen las

estrellas. Y así espero ahorita a mi amada. Pensando también en ti.

Esta noche que nos tendamos en el tapete sobre tu tierra húmeda, vas

a oírnos y ha de darte gusto, cómo esperamos que la Concepción nos

bendiga esta noche. Con otro Mexicano en nueve meses.

México bendito. Te amo.

EO

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