Grande fue mi sorpresa y disgusto al encontrarme al ver dos lozas

de cantera de la propiedad de mi Mamá destrozadas. Mi razonamiento

es que algún vándalo o vándalos quienes se pasan al cementerio a

veces, para hacer desmanes, habría hecho tal ignominia.

Es imposible librar hasta a los difuntos, de la imbecilidad de los vivos.

Las noches que duermo sobre las losas, no oigo actividades extrañas.

Aparte del viento y el canto de los grillos y las lechuzas. Que es todo

bello, aparte del susurrar de la hojarasca que se arrastra por el viento.

Recogí los trozos y acomodé cual rompecabezas. Lo hice al día siguiente

cuando regresé con una pequeña llana y algo de cemento.

Esta noche he de quedarme y hacerle compañía al tiempo y al viento.

Traigo como siempre en mi mochila, mi Tequila, limones y libro.

La lampara de petrolero la tengo guardada atrás del árbol cercano.

El guardia de la losa de mi Mamá que de seguro no se dió cuenta por

haber estado dormido y roncando. Está bien. Lo bueno es que algunas

cosas en a vida tienen remedio.

Voy a acomodarme. Comenzando con unos tragos largos y unos

limones para estabilizar el sistema nervioso. Leer un rato mientras

escucho al grillo y la lechuza y no me queda más que desearles buenas

noches.

EO

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