Mientras la lluvia azotaba la ventana y el aire fresco entraba por la
ventana. De la magia de estar en medio de sabanas y cobijas, a salvo
del frío. Cual delicada mariposa en su capullo de seda. Mi cuerpo tibio
Y gozando de una temperatura ambiental perfecta. Mientras mis oídos
se deleitaban con el susurro de la lluvia y el canto del grillo. Opté por
permanecer despierto si me fuera posible para gozar tan encantador
momento. Lleno de magia. Sonido y silencio. Hermanos siempre
inseparables míos. Y me volteaba de un lado a otro en el vientre de la
cama. En su tibio amniótico liquido de algodón y lana.
Y me puse a pensar en la belleza de la naturaleza. En su magia y millón
de sorpresas. Mi pensamiento viajando en todo momento a la
velocidad de la neurona anterior aproximándose a la siguiente.
A la velocidad de esa llama invisible. Indetectable. Que el mas poderoso
microscopio no es capaz de ver. Pero mi mente y la tuya si pueden. No
sentirla, porque es mas poderosa que el mismo sol. Es divina en
naturaleza. Es una llamita que te hace ver las cosas. No es eso mágico?
Hasta ahora ninguno ha sido capaz de ver la cara de Dios de frente,
correcto? Así es esa llamita. Has visto la llama de la vela sobre tu
mesa, verdad? Así es. La luz de la vela esa iluminando toda la sala.
Y la llevas a tu cuarto, e igualmente, ilumina todo tu cuarto.
Bueno, así es esa llama mágica de la que te digo.
Y así me la pasė pensando la santa madrugada. Hasta que el sueño me
venció. Y, pues fue lindo haber tenido esa conversación conmigo.
Ojalá te guste.
EO