Si ves un perrito indigente con hambre y sed. Ayúdalo. Llévatelo a casa.
Dale comida y agua. Tenlo por unos días para que descanse, coma y
duerma. Y luego, si ya no lo quisieras, busca quien lo quisiera. No lo
abandones al arroyo. Siente el frío y el hambre como tu y yo. Y…
ya tu sabes. Tal ves habría una persona sola y sin familiares y amigos…
que le daría la mas amorosa bienvenida. En mi familia siempre hemos
tenido perros en casa. Desde siempre. Tuvimos uno que, a pesar de
estar padeciendo rabia ( no mordió a mi hermano JA. Cuando vivimos
en Walamo ). Hace como diez siglos. Mi hermano se encontraba en el
lomo del perro. Su nombre era Gauge. Un conocido de la familia lo
sacrificó para que no sufriera. Y luego de Gauge tuvimos muchos perros
mas. Mi novia C. y yo rescatamos a una perrita en Morelia. Yacía
medio muerta sobre una acera en dirección a la casa. Nos paramos, la
subí al auto y nos la llevamos. Fui al mercado y compré un kilo de
hígado de res que engulló como una aspiradora.
Tenia mucha hambre, la pobrecita. La tuvimos por unas semanas.
Al mismo tiempo que era nuestra huésped, teníamos un gato hermoso.
Hermoso. Tenía un pelaje sedoso y era un mimado completo. Pues hete
que cuando trajimos a la perrita, una amiga le nombró Farra.
Cuando el gato, su nombre era Mahatma. Que se puso mas celoso que
el mismísimo Othelo. Casi se come a la pobre perrita. Y cosas de la vida.
A los tres días jugaban y se perseguían uno al otro como dos grandes
amigos, corriendo por todos lados. Lo cual, condujo a tal desorden
diario causado por su eterno jugar y correr, que tuvimos que regalar
Farra. Pero cuando la regalamos, ya estaba fuerte y había ganado peso.
Por eso te digo, querido. Si ves un perro desamparado, ayúdalo.
No seas malo. Se bueno.
EO