Me di cuenta de la fragilidad de tu sonrisa, que decidí ponerla en una

cajita de cristal. De esa forma puedo admirarla sin temor a perderla.

Al verla, todo el tiempo es mía. Esos días que no te veo en persona.

Veo tu dulce sonrisa en mi cajita de cristal. Y luego de verla mil veces

me voy a acostar. Hay noches que cuando el grillo canta, tú sonrisa

cambia a una sutil y suave risa que me despierta en alarma

– Como? Si ella no esta aquí?

La noche sabe jugar trucos en mi mente predispuesta a juegos como

esos. Me levanto entonces de mi colchón en mi buhardilla y voy a ver

la cajita de cristal. Y ahí veo tu sonrisa en calma. Como si también

descansara. Amor mío, cuando no estas conmigo invento cosas que no

debería. Si una mañana de estas viniesen unos hombres en uniforme

blanco a mi dirección, y les pidiese me permitieran llevarme la cajita

de cristal donde tengo tu sonrisa, no te sorprendas de ir a verme donde

no lo creías.

Amor mío, déjame ver una vez más tu sonrisa.

EO

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