Hete que llego al Cielo y veo a un anciano, anciano, anciano allá…por

el último rincón. Bien viejito. Cual mi abuelito cuando mi papá me

mandaba a dormir y hacerle compañía durmiendo en el sillón de la

sala de la casa de mi tío Alberto. Sobre Tolsá, a una cuadra de la casa.

Oye, el anciano del que te platico, estaba pero por allá, por allá, por allá.

Y le grité.

– Hijo! Que hago ahora?

– Que quė?

– Que qué hago ahora!

– Espera, voy para allá.

Oye, que llega y es más chaparrito que mi abuelo Eustacio. Oye…

Más chaparrito que mi tía Angelita! y que me dice que él es Dios.

Santo Cielo del Rosario de Tepatitlán, Jalisco! Que me da, que me da,

que casi me da! Yo que pensaba que iba a ser aquel macho. Más o

menos como Pancho Villa…para nada.

Y me dije…: y todo por esto? Por favor.

Me gustaría saber ahora que hacer. Ah, y no había una sola mujer

presente ni por allá ni por acá! Hazme el favor! Quise inmediatamente

irme al Infierno a ver si las cosas estaban mejor.

Para que lo engañan a uno?

EO

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