Despertarse a medianoche con hambre, y tener una estufa

y un huevo y un trozo de pan, y mitigarla hasta el amanecer.

Al mismo tiempo que oyes al grillo en la cocina y a la lechuza

en el árbol a unos metros de la puerta. Y asomarte por la ventana

y ver las estrellas que la luz artificial te permite ver.

Respirar el aroma de la Flor de Noche. Y regresarte a tu cama

a dormir. Un lujo que Jesús no tuvo. Y tú si. Te das cuenta?

Su cena era a las seis de la tarde. Pescado, pan, unos higos.

Unas uvas. Tú crees que no le asaltaba el hambre a medianoche

con esa dieta? Tal vez no. Quizá acostumbrado a comer poco…

Y a hablar con todo mundo todo el santo día. Por aquí allá y más

allá. El hombre tal vez ni en comer pensaba. Ocupado en salvar

a la humanidad. Y…que pasó…que repercusiones positivas tuvieron

sus arengas…sus parábolas….? que hasta la fecha, para quien sabe

cuantos siguen siendo inescrutables? Particularmente cuando muy

pocos ahora leen. Deja de leer. Pensar. El individuo actual sigue

las reglas de la Biblia moderna como antes. Ciegamente con los

ojos y los dedos en el teléfono celular. Pensando en el siguiente

paso. Y no más de dos pasos delante de él. Cubriendo la necesidad

inmediata y no la de mañana.

Pero, estaba en lo bueno de comer un poco a medianoche, si

el hambre te despierta.

EO

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