Las ventanas de par en par. Mi perro Negro y mi gato Solomillo

ya han comido. El grillo ya sabe dónde está lo suyo. La lechuza

ulula y el coyote aúlla. Recogí unas flores de aquí junto a la puerta.

El cántaro está al tope de agua fresca. La Flor de Noche ha llenado el

cuarto todo con su embriagante aroma. En cualquier momento llega

Bertha. Ah, Bertha. Tu nombre me sabe a canela, como el sabor de tu

piel que recorro con mis besos. He pensado cien páginas acerca de

como amarte esta noche. No sé si seré capaz de recorrerlas todas.

Pero de que están escritas y bien guardadas en el gabinete de mi mente,

lo están. Y poco importaría repasar y repasar la primera mil veces.

Cada vez es cómo o mejor que la vez anterior. Oh, himeneo santo.

Santo es tu nombre, como la dulce penitencia que me impuso la

Providencia de amarte Bertha mía.

Ah, será tu cabello cascada de estrellas humedeciendo mi pecho.

Tus senos contra mi piel brazas alimentando mi anafre. Mientras

nuestras respiraciones nos ahogan en una pira y su fuego

acaricia el cielo. Has llegado! Dioses, no me abandonen esta noche ni

mañana porque no sé qué sería de mi sin ella.

EO

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