Aunque el piso de mi buhardilla es de cemento vil, es el más
fresco para mis pies durante el verano. Y durante el invierno, que uso
mis pantuflas, es el piso más tibio entre su piel y la mía. Mi colchón.
De los primeros que salieron al mercado al día siguiente de la
Crucifixion de Jesus, es aún igual de cómodo. Hasta más. Es como ese
par de zapatos que ya les he puesto suelas corridas mil veces.
Así es el caso con mi inseparable colchón. Que si hablara, como lo
hace mi imaginación…uy, las que contaría. Más nunca lo haría
porque es mudo. Estoy agradecido. Por mi pequeño buró y la garrafa
de barro sobre ella y el jarrito a un lado. La vela. Me gusta leer a la luz
de la vela. Me imagino ser uno de esos soñadores que pensaban más
serenamente a la luz de una vela. Y pues si, soy también algo soñador
y por ende algo pensador. Más bien mucho. Critico a Santa María y
todo el mundo. Eso requiere pensar, que no? Pienso más bien mal
que bien de los demás. Te imaginas todo lo que tengo que pensar?
Y hay hasta veces que sin estar rodeado de alma alguna. Igual me da.
Pensar mal de los demás. Pues pienso que también por eso debería
estar agradecido. Y lo estoy. Oye, y que te digo. Que la fiesta que se hace
cuando tengo linda femenina compañía! Toda la santa noche y a veces
hasta el tercer día. Cuando el aroma del cuarto se satura de ayes de
gozo y reposo. Y de aire de madrugada dulce como sus dulces besos.
Tú crees que no estoy agradecido? Luego, cuento con un ingreso
mínimo de dineros, pero que cubre mis gastos básicos.
El comer austeramente y no tener que hacer gastos innecesarios
ayuda. Tengo hasta unos pequeños ahorros bajo el colchón de los
que nadie sabe. Tengo instrucciones escritas para el día que me vea
con los santos huesos de mis padres, para el cajón del velorio y el
café para los invitados. Instrucciones que va a encontrar mi
compañera de turno en ese momento. Y así podría seguir, más para
qué ya tanto presumir. Querido hermano, ojalá que tú estés siendo
aún más afortunado.
EO