Les decía. Bertha y yo hacemos trizas de las estrellas, la luna y

todo lo que se cuela por la ventana. Que si la misma Maria se pasara,

hasta a ella misma me la comería. De pies a cabeza. Pues, que más?

Lo primero que hago al día siguiente de nuestro cósmico himeneo.

Es encender carbones bajo el comal y preparar café para los dos.

Tengo esta cafetera de peltre de cuando salieron al mercado la primera

vez. Azulada y toda ya apostillada. Pero no me deshago de ella a pesar

de ello. Cada mañana me trae una multitud de lindos recuerdos.

Y como te vas a librar de algo así? Yo no. Luego de darle su comida

a Negro y Speedy, preparo huevos rancheros para Bertha y para mi.

Preparo una salsa con cinco jitomates asados y seis jalapeños.

Y con esa salsa y con un café bien cargado, hacemos el desayuno.

So pena que sintiera aún más deseo por mis flacos huesos y yo

como los de su flaca hermosa complexión, nos acostamos en dos

hamacas que tengo aquí afuera frente a la puerta de la entrada.

Cada uno coge su libro con nuestras manos entrelazadas. Porque

no me gusta dejarla a un metro de mi sin sentir el pulso de sus

venas contra las mías. Y de repente nos quedamos dormidos

compartiendo las mismas imágenes del mismo sueño.

Ella y yo uno frente al otro. En la misma dirección.

EO

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