Una noche es Bertha. Otra Rosa y otra Juana.
Cada una tiene lo suyo. Como mis tres guitarras.
Cada una su propio tono y alma. Que cuando las toco
con este o aquel de los tres acordes que conozco, suenan
cada una como la quinta maravilla. No sé cuantas de ellas existan.
Los labios de Bertha son carnosos y voluptuosos.
Los de Rosa son delgados y muy suaves. Se sienten como
seda en las manos de mis labios. Y los de Juana son tersos como
las rosas de aquí afuera frente al árbol. No sé, qué
piensan ellas de mi. Aparte de decirme que me quieren como yo
las quiero. Cada una son María Magdalena en mis brazos y compañía.
Dime, que harías tú? Exactamente. Amarlas a cada una por igual.
Total. Mientras el corazón palpite, mis brazos las abracen, mis labios
las besen. Que se venga el próximo infarto. Morir en el acto.
Con el cuartito lleno de estrellas y el arco iris de pared a pared…
el grillo, la lechuza y el lobo en lontananza dándome serenata…
quien seria mas afortunado? Aparte de mi, no sé.
En cualquier momento llega Rosa mi diosa. Bueno, luego les sigo
contando.
EO