El silencio es más sonoro. El ulular de la lechuza

y el canto del grillo son más dulces. El lobo aúlla en la profundidad

hacia el cerro. Los oigo claramente. La luna refleja sus haces

argentinos de la superficie del agua del jarro sobre el buró hacia

el techo del cuarto. De hecho, el techo está tachonado de estrellas y

luna. Por ahí vuela un cuervo despistado, grazna desorientado

yendo y viniendo por la ventana. Ya le ha pasado antes. Para mi que

que se siente más solo que de costumbre. Y el gato callejero y su

maullido…hora que me levante y le ponga su lata de atún afuera, junto

al árbol. Cuantas cosas pasan a esta hora. Todo lo que quería era

dormir. Es mi sino, supongo. Enciendo el radio para escuchar

Claro de luna, de Beethoven…en un volumen muy bajito…

y hace una buena armonía con los dulces sonidos de arriba.

Me preocupan el lobo y el cuervo. Pero que puedo hacer?

Del gato me encargo en un momento más…ni modo de molestar

a Dios a esta hora con lo demás…los dejo. Voy a ayudar al gato.

EO

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