De México rescatador. Social labrador.
Luego de haber sido testigo de injusticias civiles, decidiste
pelear con la espada de la Justicia para eliminarlas.
Y a pesar de trampas y obstáculos llegaste al puesto para
hacerlo. Tus planes y acción han estado dado sus frutos.
El mundo todo se pregunta acerca de tu gran éxito. Y tú…
simplemente le respondes que no hay secreto. Que todo
radica en hacer las cosas correcta y honestamente por el
bien del ciudadano. Simplemente. “ No hay mal que
dure cien años…” reza el dicho. Y así fue contigo. Llegaste y
cortaste el tumor canceroso que azotaba al país de Norte a Sur
y de Oriente a Poniente. Se te nota cansado y que esas levantadas
tan temprano de tu cómoda cama, te han impactado. Nos has dicho
que luego de tu muerte, no querrías una calle con tu nombre.
Así podría ser. Más nunca tu nombre será borrado del corazón
del ciudadano que le hablará de ti a sus hijos y nietos.
Tu nombre ha pasado a ser imborrable e inmortal.
Es el sino de los buenos hombres. El de aquellos que han dado
todo por los demás. Tú ya no nos perteneces.
Has pasado a ser lo que no querrías. No te preocupes.
Tú, goza el resto de tu vida en compañía de tus seres
queridos. Haz que tu esposa te toque la guitarra y te cante.
Que Doña Rosa te cocine ese rico pescado con harto ajo y cebolla
que te encanta. Acaricia a tu perro y camina por tu pueblo en
tus huaraches como cuando fuiste niño. En cortos y sin camisa.
Respirando el aire salado del Atlántico. Oyendo la risa de la
niña que se dirige a la primaria en compañía de su madre.
Mientras vas a la playa con tu bote y cuerda a ver si tienes suerte
y coges uno o dos pargos. Eso es lo que quiero que te espere, hermano.
Que seas feliz. Que seas feliz.
EO