Finalmente, los dos en brazos del otro en medio de esta selva
de concreto, plástico y plomo. En este cuarto de azotea de la
Ciudad de México. Contando las estrellas desde la frazada sobre el
piso por colchón. Espesa, cómoda y acariciante. Como el calor
mismo de nosotros mismos. No la cambiaría por un hotel de
50 estrellas. Ni las estrellas todas. Contigo en mis brazos tengo el
mundo en mi pecho. Tu risa y próximo beso serán la intra venosa
a mi corazón manteniéndome vivo. Y no quiero vivir si no es contigo.
Dulce amor mío, dime una vez que me amas.
Dios no se siente mas contento que yo al oírte decir eso.
Quieres descansar sobre mi hombro, dulce amor?
Entiendo. Y yo mi mejilla contra la tuya.
Te amo.
EO