El aroma del café siendo tostado a la entrada de
la ciudad…a medianoche en la única fábrica
que lo procesaba…haciendo el amor con el aroma de la marisma
del muelle al lado…el sabor salado del pescado que habría de
saborear incontables veces por todo un año. En nuestra casa en
Leandro Valle #88. Construida de madera. Pintada de verde.
Tenía cuatro hojas de puerta. Dos arriba, dos abajo. Por eso del
calor. Mis pies descalzos recorrieron el puerto, de la escuela
a casa, de la playa Norte a la playa Sur. De las azoteas al cielo.
Fui un gato, también un halcón buscando vecinas bañándose.
El alma de la tierra emergía hasta en el último posible resquicio.
Paredes…aceras…todo era verde. En un millón de formas.
El aroma a clorofila…café…marisma…llenaba mis
sentidos.
EO