Que el hombre en su ilimitada imbecilidad se destruyó.

Un buen día, todo amaneció muerto. La bomba mas efectiva

había hecho su trabajo. Todo hombre murió. Junto con

su progenie. Las autopistas amanecieron cual serpientes de

acero dormidas. Sin un solo auto en movimiento. Toda tienda

…vacía…de Norte a Sur de Oriente a Poniente.

Por todo el planeta. Hasta en los Polos. Mas los perros se

vieron ante un festín no imaginado. Todas esas tiendas surtidas

de todo, incluyendo carnes frías, fueron del gusto de todos ellos.

De Norte a Sur. De Oriente a Poniente. Un silencio estentóreo se

hizo presente. El trueno de la tormenta era nada.

El silencio ese se escuchó más allá de las estrellas. Le llegó hasta el

mismo Dios del que ninguno ha sabido algo en quien sabe cuánto

tiempo. Mas el silencio no se alteró. Fue una cáscara que envolvió

al planeta todo. Los perros lo gozaron como nunca.

Los peces, grandes y chicos nadaron libremente.

Sin turistas beodos levantándolos con el anzuelo. Las aves por igual.

Es más, un arco iris de polo a polo se dibujó…en apoyo a lo acontecido.

Cuánto tiempo deseando este día…y finalmente sucedió.

Santo Cielo de la Providencia bendito!

No saber ya más del hombre.

Bienvenidos sean todos los seres sobrevivientes de este

mayúsculo y merecido exterminio.

Ahora si van todos los animales poder vivir en paz.

EO

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