A la hora de tu deceso…quizás se encuentren reunidos,
los más próximos tuyos en tal suceso. Al momento en que
la Parca, toda de negro, se acerque y te acaricie la mejilla.
Suave, dulce y fríamente. Al momento exacto en el que tu
corazón cese de palpitar. La tibieza de tu cuerpo se reduzca a
40 grados Celsius. Médicamente, ya ni las más pesadas cobijas
de Chinconcuac te puedan calentar. Estarás listo para irte a
vivir con tus abuelos acompañándolos por toda la eternidad
y u otras paradas más. Tu fortuna o tus carencias no existirán más.
Los zopilotes de tus familiares de eso se encargarán. Mas bien de tus
bienes. Quien quiere heredar los problemas de otros? Tus parientes
tampoco. Y ahí terminará lo que en tus deseos más grandiosos
imaginaste. Amor y solidaridad entre los tuyos. Así de ciego es capaz
de ser el hombre. Más eso no importará un grano de arena más.
Todo ha de quedar atrás. Buena suerte en tu infinito viaje al paraíso
prometido por unos que vivieron de tus dineros por mucho tiempo.
La realidad…es que tal vez, tal vez…tal vez…se te visite en cada
Día de Muertos, en el cementerio.
EO