Si Dios es Dios. Creador de todo.

Qué necesidad tendría de la sumisión de un mortal?

Por vanidad…egoísmo…por puro invento…?

Esto último ha funcionado a la perfección en cuanto teniendo,

a millones de seres humanos dispuestos a arrodillarse ante un

fetiche. Si. Ah, y a la par, produciendo grandes ingresos de dineros

a los cajones de indulgencias por terrenos en el cielo. Para esos fieles

adeptos. Que dejan la piel y hasta la sangre en su fútil sueño.

Oye…la de dineros que se mueven…oye…por todos los lugares

donde se pregona la dulce salvación eterna. La misma que es

mencionada cada madrugada en el pueblo más remoto a las cinco

de la mañana. Y que les hace vivir y llevar una vida muy cómoda

y sin problemas a esos merolicos que se hacen llamar “ sacerdotes “.

Embusteros parásitos. Recuerdo la mañana cuando ese “ sacerdote “

ofició esa misa de “ cuerpo presente “ de mi hermano Alfredo.

Un hombre en sus treintas…caminando al recinto de la celebración…

perfectamente rasurado…con un calzado caro…una corbata de seda…

camisa con mancuernillas…una belleza de hombre…pantalón de

gabardina…hablándonos acerca de la vida y la muerte…insultándonos.

Con su trillado discurso que iba a repetir quien sabe cuántas otras

veces más. Si, le iba a ir muy bien. Con quien sabe

cuántas otras misas más ese día.

EO

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