El único lugar donde me siento totalmente acompañado.
De la noche y las estrellas. La luna. El aroma de la Flor de
Noche. Mi perro Lobo a mi lado. El gato Speedy que en cualquier
momento asoma. El centenario árbol cuyas artríticas ramas
casi rozan la propiedad de mi madre. Mi mochila cargando al mundo.
Con mi botella de Tequila. Cigarrillos. Limones y Sal. Y esta copia de
Don Quijote que tengo quien sabe cuánto tiempo queriendo terminar
de leer. Voy en la parte donde Sancho sufre ese pago a sus costillas
con esa broma cruel de los huéspedes en la venta. Manteándolo y
haciéndolo sufrir como nunca imaginó. Si, apenas llevo
leídas unas cuantas paginas de esas aventuras.
Pero, poco a poco. Página por página. Paso a paso.
Pero les decía, es el mejor lugar para sentirme lleno de todo.
La falta de gente ambulante…llorando y gritando a pecho abierto
la muerte de sus seres queridos…es maravillosa. El silencio es
musical. Ni Bach lo podría mejorar. Pero sí el Rocío de la noche que
me acompañará hasta las seis, cuando me vaya a casa a duchar
y a desayunar. Por ahora voy a acomodarme como siempre.
Trayendo mi lámpara de petróleo que tengo en ese hueco del
árbol, dándole dos o tres tragos a mi Tequila…sorbiendo mi
limón con sal…leyendo un ratito….ver las estrellas y dormir
en paz. Con los huesos de mi madre acompañándome.
EO