Es cuando las cosas en tu cabeza se acomodan.

Si, luego de pensarlas por la mañana y teniendo que

hacer eso y lo otro…y las mandas a la guardería de tu

mente por el resto del día. Como a tus hijos. Cuando los

dejas en casa de Doña Rosa a quien conoces desde antes de

haber nacido. Si, y confías en ella. Ya en casa, luego de un arduo

día de trabajo y haber tomado una ducha caliente y una sopa de

lentejas…rascando las orejas de tu perro Negro…sentado a la

puerta de tu casita, lejos de la ciudad…comienzas a reagrupar tus

ideas de la mañana. Las dejas en paz. No le buscas mucho al asunto.

Optas por mirar a las estrellas. La radiante luna esa noche…las ramas

del árbol acariciándote…cual brazos extendidos…la Flor de Noche

trayéndote mil recuerdos…luego de todo lo anterior, te vas a tu cuarto.

Enciendes la pequeña lámpara sobre la mesita de noche. Y prosigues

en la lectura del libro que compraste hace tres días.

Lo haces a un lado. Tus ideas de la mañana…han dado a luz.

Puedes palpar sus vocales y consonantes. Esperando lograr

convertirlas en palabras y a la vez en oraciones gramaticalmente

correctas. Y comienzas a escribirlas…una adelante de la otra.

Y una vez que lo has logrado, apagas la lámpara y cierras tus

ojos. Mientras la ventana abierta y el aroma de la Flor de Noche

te acompaña. Y duermes entonces como un bendito.

Si, a eso del filo de la medianoche.

EO

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