Tendremos otra de las mejores fiestas del año.

Día del Padre. La vamos a pasar como el Día de la Madre.

A todo volumen y hasta que el sol se ponga. Como siempre,

tendremos todo el patio cubierto cual interminable gorgola

de la entrada hasta el fondo, de papel multicolor picado colgando.

Tres meses juntas con aguas frescas, de limón con chía, de

tamarindo y jamaica. Y para los vecinos de la quinta edad, vamos

a beber del fuerte y del débil si también se presta. Aquí no

discriminamos. Don Roberto el del # 9 va a poner la música.

Uno de los mejores Sonideros de la ciudad. Dos horas, y otras dos

pagadas por el fondo común para emergencias como estas.

Los familiares de unos de nosotros se van a dejar venir.

Nuestras fiestas ya han crecido en popularidad y vienen familiares

desde El Norte a pasarla con nosotros. La comida va a consistir en

las consabidas carnitas estilo Uruapan. Que prepara Don Juanito

el del # 3. Le salen riquísimas. Y su esposa Doña Consuelo y Doña

Chayo del #2 y Doña Petra, del # 4; van a hacer tortillas a mano.

Yo he estado preparando unas deliciosas salsas que he visto en You

Tube que están para morirse e irse directo al Paraíso ahí nomas a

un lado del mismísimo Jesús. El hijo del cielo. Más bien de sus padres,

pero así lo dejamos. Esto se va a poner bueno. Rosa fue de nuevo al

rancho. Quiso pasarla con su papá Don Jacinto y sus hermanos.

Doce de ellos. Una abuelita, ocho tías, cuarenta primos, y parientes.

Le dije: – Ve. Ve, ve. Ve y que la pases muy lindo con todos. No, no te

preocupes por mi. Ya sabes que soy el que mantiene el orden y no

permito que haya ningún exabrupto o grosería. Que como humanos

que somos, son contingencias posible de darse. No, no te preocupes.

Me preguntó Cristina la hija de Don Rogelio y Doña Cuca, del #7.

Le dije que Rosa iba a ir al rancho y me cogió del brazo con fuerza.

Y me jaló a sus labios. Creo que esto va a estar más lindo que el

mismísimo Paraíso. Tendremos el mejor salón de fiestas del mundo.

Y por techo tendremos todas y cada una de las estrellas y pienso

darle al cuerpo hasta el último punto de tolerancia. Santa Prieta

Guadalupana! Te pido que trabaje otra vez la pastilla como la vez

pasada…ay, ay, ay! Ay Dios! Ya sabes cómo soy. No me vayas a

desamparar ni me permitas flaquear ante el mundo y principalmente

cuando Cristina y yo estemos cara a cara, cuerpo a cuerpo.

Desnudos y dirigiendo nuestras miradas hacia ti allí por alguna rama

del guayabo. Mientras el grillo nos canta.

EO

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