Día a día. Me voy deshaciendo de lo innecesario.

De los…diez pares de calzado…me he quedado con dos.

De los tres ternos que tuve, me quedé sin uno y mi guardarropa

luce más espacioso. Como mi mente. De las cosas que me creía

el ungido, igual. Soy el mismo del primer instante en que nací.

No soy el depositario de ninguna facultad en especial.

Cuando me creí custodio y guardián de todas.

Y el darme cuenta de ello me libra de pesado rastrojo.

Como aquel el de la caña exprimida que se exponía al sol en el patio del

trapiche de Teocuitatlán…y al secarse, servía de combustible para

las calderas. Siendo finalmente útil. Poco a poco. Me deshago de esto

y lo otro. Un día hizo falta pero ya no más. Hay que ir haciendo espacio

para algo más. Como cuando mueres, pues. Y ese oxigeno que

respirabas le sirve a alguien más. Poco a poco. Si. Es algo doloroso.

Dejar de ver y saber acerca de esto o lo otro. Más…no tiene objeto

obstinarse con desear coger el viento con la mano.

Entre menos mejor. Efectivamente.

EO

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