Esta vez fui en el día. Luego de desocuparme de un par

de diligencias que tenía. Aún era temprano…eso de las once de la

mañana. El día estaba muy bonito. Algo nublado y con una temperatura

media muy agradable. Era como la dulce respiración de María.

Sobre mis hombros, mi cara y en la espalda. Así como cómo que me

abrazaba. Y luego de saludar a Don Simón, el señor que cuida del

cementerio junto con sus compañeros, me dirigí a la propiedad de mi

Mamá. Ya ahí, me quité la mochila que llevaba, limpié alrededor de

las lozas de cantera…arrojé un par de baldes de agua sobre las mismas.

Si, Don Simón hace eso, pero esta vez decidí hacerlo yo mismo.

Y puse unos claveles rojos muy lindos en una de los recipientes

de mosaico blanco a los lados de la loza, con bastante agua.

Speedy el gato me olfateó. Se me acercó curiosamente…primera

vez que me veía en el día. Si, llevaba su lata de atún. Don Simón

le da su comida, yo le pago cada semana por eso. Me retiré a

sentarme al pie del árbol a diez metros de distancia de la propiedad

de mi Mamá . Su sombra acaricia su loza y le ayuda a lidiar con los

inclementes rayos del sol. Se me hace eso de muy buena gente.

Y una vez sentado muy a gusto, saqué la botella de Tequila y unos

limones de la mochila. Y mis cigarrillos. El viento era fresco y

dulce. Les digo, cómo la respiración de María. Me bebí dos buenos

tragos. Uno para el cansancio y el otro también. Y ahí me quedé un

buen rato pensando. En esto, aquello lo otro y demás.

Se consumió el cigarrillo y opté por cerrar los ojos y tratar de

dormir un poquito. Aprovechando tan lindo temporal.

Ah…me vino el sueño y dormí por casi media hora.

Me levanté, no sin acariciar y agradecer al buen árbol que

incontables veces me ha acompañado y les dije, que de siempre

acompaña la propiedad de mi Mamá.

Le pagué a Don Simón lo que le debía. Me despedí y me fui

por ahí…viendo a donde me llevaban mis pensamientos

callejeros.

EO

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