Se veía medio oculta tras el árbol. No quiso atisbar

a la joven pareja que hacía el amor. Y como si unas nubes

hubieran sabido lo que pensaba, actuaron como cortinas entre

la luna y la pareja. Las estrellas no tuvieron tal discreción.

Estaban ahí nada más al estirar el brazo para tocarlas.

Los ayes de placer hicieron eco en el árbol y las rocas del

arroyo cercano. Y el calor de su amor casi prendío fuego al

césped. Fue cuando las nubes liberaron a la luna y devolvieron

su desnudez. Y ella muy campante se fue.

EO

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