Día del maestro.

Los de mi primaria, los que con más cariño recuerdo.

Desde el primero al sexto año. La de primer año.

Quien me enseñó el abecedario. La formación de las

sílabas y los diptongos. Por ende, el significado de las palabras.

La formación de oraciones en correcta sintaxis y ortografía.

La de segundo, quien a pesar de sus ejercicios de caligrafía…

pobrecita, jamás logró su cometido. Más a pesar de ello, mis

palabras siguieron siendo valiosas, como perlas. Gracias a ella.

El maestro de tercero, quien me enseñó a escribir con el canutero.

Me encantaba la tinta color verde. Como el verde de las palmeras

de Mazatlán en 1958. La de cuarto, ah…me quise casar con ella…

pero nunca supe cómo decírselo. Su caminar mecía mi mirada…

de lado a lado y de arriba abajo de ella…hasta la punta de los tacones

de sus zapatos. La de quinto, esa me no me gustó. Tenía un carácter

irascible y era impredecible. Arrojaba nuestros cuadernos que no

tenían escrito nuestro nombre al piso, y uno al reconocerlo, tenía

que ir a recogerlo y de paso oírla balbucear insultos hirientes…

Ojalá esté todavía pudriéndose en el infierno la infeliz inmunda.

Y la de sexto. Dulce, amable, jamás nos alzó la voz a ninguno.

Tenía un porte digno, gravedad en su comportamiento y una

sonrisa sincera y amable.

A mis maestros, gracias mil por haberme cuidado y educado.

EO

Que bella vida del sacerdote.

Vivir toda la vida mintiendo como un padrote.

Con el argumento de la salvación eterna como soporte.

Mientras el sacristán mantiene limpia la sacristía

para el siguiente día.

Para volver a repetir la misma mentira:

– Ó te portas bien ante mis ojos, o te quito tus antojos.

– Soy nada más y nada menos que el gerente de Dios.

– Necesito de ti antes que todo, tu Diezmo sobre todo.

– Me enfada que esta inflación no me permita vivir

con mi obligación. Pero la tentación de mis tendencias,

unas no buenas y las otras tampoco, me llevan a pecar

de la forma en que no quisiera. Que bueno que cuento

con el privilegio del auto perdón.

EO

Es de Quijotes.

Y no de sacerdotes. Pasar a la sala de la mente del hombre, y

hacerle entender que Dios no existe a un trillón de años luz de

distancia. Sino a un segundo y Nano milímetro de tu mente.

EO

Me encanta.

Perderme en la avenida de tu mirada.

En las calles adyacentes de la misma. Caminar con el crepúsculo

del día mientras me dirijo a tu casa. Sentir la noche toda mía.

Sin ningún otro individuo por ningún lado. Aparte de mi sombra.

Con mis pensamientos en un ramo de los mismos para regalártelos.

Me encanta perderme en el aroma de tus axilas…que me guían a tus

labios. Besar tus labios que me orillan a lo incógnito de mi.

Donde existe una sola y eres tú. Y donde el Océano Humanidad

desaparece cual Atlántida. Permaneciendo sólo tu.

Me encanta perderme en tus calles adornadas con faroles especiales.

Por ser un vecindario excepcional. Donde solo los pudientes son

capaces de cubrir el gasto mensual. Y por ese mismo vecindario soy

capaz de caminar por tus calles y avenidas. Para llegar a tu domicilio.

Para pasar a tu habitación. Para hacerte el amor y todo lo que la

palabra implicara. Incluso de morder los lóbulos de tus orejas.

Y sin mencionar el de besar tus tobillos, piernas y cuello antes

de tocar la punta de tu lengua. Mientras mis manos rasuran los

vellos que no tocaste con el rastrillo. Me encanta perderme en la

avenida de tu mirada para saber que me espera mañana.

EO

Madre .

Y hubo ese instante en que tu Nebulosa fue alcanzada

por una estrella errante. Una de millones. Que tuvo su sino

de tocarte y embarazarte un día de mayo. En medio de la

primavera. En una casa con techo de cometas y lunas.

Y un eterno arco iris de lado a lado del patio.

Donde jugaban mis hermanos con el perro y el gato.

Y las gallinas revoloteaban consternadas por tanta

algarabía. Los días se convirtieron en semanas y uno de

esos días, te diste cuenta de mi existencia. Se lo dijiste a mi

padre y los dos se abrazaron y besaron en tierna alegría.

Mi padre encontró ayuda para los quehaceres de tus días.

Y transcurridos nueve meses…una noche de febrero…

lo recuerdo claramente…había llovido como es usual por esos

días por ese pueblito cerca del mar. El tabachín frente a la casa

hacía vibrar la corriente del viento entre los brazos de sus ramas.

Y el guayabo y el membrillo se estremecían en cadente danza.

Las ranas croaban y croaban. Y el grillo que hasta la fecha vive

conmigo, cantaba. Y el lobo aullaba…el rocío y aroma de flor de

Noche se pasaba a toda la casa reposando a mitad de la cocina

cual deseando acompañarte. La leña crepitaba bajo el comal.

Había agua hirviendo para lo que se aproximaba. Mi alumbramiento.

También había chorizo, café en la olla azul cielo de peltre…mientras

mi padre, nervioso, ni gana de cenar sentía. Llegó el momento

mágico para todos y principalmente para mi. Todo se encontraba

trazado de acuerdo a las estrellas. La partera, Doña Chayo, fue

cuidadosa y precisa. Me expulsaste al primer sorbo de aire que llenó

hasta el último de mis bronquios. El torrente sanguíneo llevó oxígeno

hasta la última de mis neuronas. Como cuando el rio lleva agua a las

sandias. Y lancé mi primer grito. De agradecimiento a ti y a mi padre.

Un día iba a aprender a caminar, correr, nadar en el río, montar el

burrito de Don Goyo. Comer sandías, guamuchiles y pitayas. Ir a la

escuela, aprender a leer y escribir. Cantar y reír. Más esa noche,

antes de mi larga travesía, y en via de mientras, iba a reposar en

tu infinito, tibio y dulce pecho. Mientras saciabas mi hambre y sed.

Recuerdo cuando mi padre te besó tiernamente y se iba a descansar

por unas horas antes de irse a trabajar. Y tú, Doña Chayo y yo pasamos

una de las mejores noches de nuestros días.

Mientras las ranas croaban, el grillo cantaba y el lobo aullaba.

Feliz Día de las Madres, madre mía.

Tu hijo Ernesto.

En la vecindad.

Estamos todos muy contentos por llevar nuestro voto

estas próximas elecciones para presidente de México, a

favor de Claudia Sheinbaum. Don Cuco el del #6 estuvo unos días

indeciso, pero luego de hacerle ver las cosas, decidió dar su voto

a favor de ella. Somos los inquilinos de 14 unidades. Somos uno.

Lo hemos sido en múltiples contingencias y problemas. Hemos

festejado el nacimiento de un nuevo miembro en las familias,

hemos igualmente sido solidarios y hemos apoyado moralmente

todos cuando uno de nosotros se nos ha adelantado. Hemos

también sentido el cambio que jamás esperábamos, el de que

se nos considerara partícipes plenos de el cambio que trajo

nuestro presidente López Obrador. Doña Rosa y Don Juan del

# 3, ya tienen ahora suficiente para la renta y el mandado.

Algo que antes no tenían. Si, sus hijos que viven en el Norte de

vez en cuando se acuerdan de ellos, pero no siempre. Y Don Román

y Doña Consuelo, del #9, han sido beneficiados por los programas

sociales que el presidente ha implementado. Nos sentimos confiados

y optimistas acerca del próximo conteo del ciudadano a favor de

CS. Ojalá que todos salgamos a votar. Ojalá que le demos de regalo

de despedida a Obrador no esos 130 millones de votos que Noroña nos

pidió, sino el doble o el triple. Y que nuestro México del alma

pase un lindo festejo por la presidencia en la cumbre del Popocatépetl.

EO

A partir de ti.

Conocí lo inimaginable. La sensación de otro corazón

a un milímetro del mío. Tu cuerpo de lava consumiéndome.

Y llevando mis sentidos al borde de un abismo desconocido.

La lógica y la aritmética sin darme una ubicación exacta de

mi existencia. Sino al micro segundo de tocar el índice de Dios.

Y eso ninguno ha sido capaz de explicar. Yo tampoco.

Para mi fue haber estado cogiendo ambos lados del arco iris.

La marea de medianoche en mi pecho. Lo dulce salado tuyo del

viento en mis labios. El angel que había soñado. Y…un día el

encanto se rompió. Tal cual el florero de mil años de antigüedad…

que teníamos en la mesa de la sala. Y regresé al vacío del momento

anterior. Rodeado de la nada. De nada. Con las manos vacías

y sin el calor que tú les dabas. Sin el sonido de tu voz que me dabas.

Sin el suspiro de ti que respiraba. Y todo eso se oye lindo y muy

bonito. Más todo lo que puedo hacer ahora es escribirlo.

EO