Madre Natura.

Creadora de todos los Dioses.

Bendita eres de todas las existentes.

Santa sea la noche que fuiste concebida.

Con el índice del rayo bendecida.

En el vientre divino del universo.

Cuando el primer haz de luz del sol alcanzó

el último rincón de las estrellas.

Y se formó el planeta más bello en el Infinito.

Con mares y ríos. Montañas, arcos iris. Fauna marina.

Terrestre y aérea. Y el primer grillo del mundo cantó…

la primera lechuza ululó…y el primer lobo aulló…

Y el dulce sonido del arroyo tejió dulces melodías

yendo arroyo abajo…y el primer hombre se dió cuenta

de lo maravilloso que era haber sido.

EO

Dios…

Y mañana…va a estar todo bien?

El conflicto Ucrania /Rusia…Franja de Gaza/ Israel…

Ya vas finalmente hacer algo al respecto?

No podemos seguir en espera por siempre.

No somos inmortales como tú….bueno…entonces qué?

EO

Mi tía Pina. ( circa 1960 ).

Llegó una noche a visitar a mi papá, su hermano.

Ella, mi tío Andre y mis primos Juan y Jesús.

Si mal no recuerdo acababan de mudarse de la capital.

Qué recuerdo tan bonito e inolvidable. Su llegada a

Guadalajara marcó un hito en la familia. Unos años más

adelante, contribuiría en la educación de mis hermanas Leticia

y Patricia. Cuando mi papá, preocupado, imagino, por inculcar

buenos ejemplos en mis hermanas, las mandaba a convivir con

ella a aprender buenos modales. Mi tía Pina tenía una elegancia

única. Y no lo digo porque era mi tía. No. Era elegante y fina.

No en dineros, no. En comportamiento. De la misma forma que

fueron mis otras tías. Malena y Margarita. Sus hijas, igual.

Mi prima Elena era una princesa. Tenía un porte altivo y elegante.

O sea, casi como el mío. Pero volviendo a mi papá, mandando a

convivir a mis hermanas Leticia y Patricia con ellas, fue educativo

y productivo.

Ambas son elegantes en su forma de vivir…de acomodar esto y aquello

así y asá en sus casas…si, si, si. Lo sé. Eso es totalmente subjetivo.

Cada uno arregla y acomoda sus cosas en su casa de la forma que le

da la gana y ningún vecino va a venir a decirme:

– Oye, vecino. Deberías hacer esto así o así. No. Entiendo.

Pero mi tía Pina tenía eso…especial.

Otra cosa que tenía, entre muchas. Era rezar El Rosario cada noche.

Me tocó hacerlo una o más veces, cuando me quedaba también en su

casa. Después de la merienda, rezábamos El Rosario.

Eran 15 minutos…en los que el ambiente del cuarto…se volvía…

mágico. Y nos retirábamos a dormir en paz.

Y ese fue el ambiente que no sería capaz de decir…de haber influido…

haberse plantado…en la mente y comportamiento de mis hermanas.

Porque hasta la fecha, son, no sé, de nuevo hasta que grado, una

proyección del comportamiento que aprendieron de mi

elegante tía Pina. A quien las estrellas tengan en la gloria.

Junto a su hermano, mi papá.

EO