Poco a poco.

Día a día. Me voy deshaciendo de lo innecesario.

De los…diez pares de calzado…me he quedado con dos.

De los tres ternos que tuve, me quedé sin uno y mi guardarropa

luce más espacioso. Como mi mente. De las cosas que me creía

el ungido, igual. Soy el mismo del primer instante en que nací.

No soy el depositario de ninguna facultad en especial.

Cuando me creí custodio y guardián de todas.

Y el darme cuenta de ello me libra de pesado rastrojo.

Como aquel el de la caña exprimida que se exponía al sol en el patio del

trapiche de Teocuitatlán…y al secarse, servía de combustible para

las calderas. Siendo finalmente útil. Poco a poco. Me deshago de esto

y lo otro. Un día hizo falta pero ya no más. Hay que ir haciendo espacio

para algo más. Como cuando mueres, pues. Y ese oxigeno que

respirabas le sirve a alguien más. Poco a poco. Si. Es algo doloroso.

Dejar de ver y saber acerca de esto o lo otro. Más…no tiene objeto

obstinarse con desear coger el viento con la mano.

Entre menos mejor. Efectivamente.

EO

Bertha. ( Circa 1959 ).

Fue mi vecina de al lado cuando vivimos en Prado 569.

En el corral de su casa, ponía una tina con agua a calentar

por las manos del sol para en la tarde…bañarse con una jicara.

Me subía como una lagartija a las ramas más altas del aguacate

de mi casa para verla hacerlo. Era para mi ver a la misma madre

del dulce hermano Jesús bañándose. La espuma del jabón recorriendo

cada centímetro de su juvenil y virginal ser…su cabello siendo una

cascada de ríos sobre sus firmes senos…al enjuagarse…hasta la punta

de sus hermosos dedos de los pies…luego de haber recorrido sus

tobillos…hacía palpitar mi corazón a un ritmo acelerado…no sabía…

no entendía…paro sentía…la magia de ello. Ahora que pienso me

gustaría haberme casado con ella, pero, dime, cómo…?

Me bajaba del aguacate temblando y con las rodillas aplaudiendo…

y se me pasaba el efecto hasta la próxima vez. En vía de mientras

peleaba con los otros niños del barrio…robaba las guayabas del

árbol de la casa de Bertha…las naranjas de la casa que estaba

abandonada y era el gato de la azotea de a diario.

Y el momento esperado de día en día era ver a Bertha/ Maria

bañarse a jicarazos.

EO

Y el dulce sonido de…

Tus pensamientos…the sweet echo of that inner voice…

bouncing from one end of the room to the other…

Creating a pallete of contrasting tones and colors…

hitting the walls of the skull of that delicate brain

of yours …arousing one and many emotions…

good and bad thoughts…y en medio de todo…

buscando la tibia dulce voz que una vez escuchaste…

al principio de tu existencia…esa dulce tierna indescriptible voz…

que te llamó…dulces nombres…e hizo vibrar tu apenas naciente

ser…a una milésima de proximidad de tu fuente de vida.

Y son esos recuerdos, ecos del pasado que anhelas volver a tener

en la mano…but…they aren’t there anymore. Right. They are elusive

as many other things and thoughts you may have in your mind.

The abstraction es real. No puedes vivir el segundo vivido.

But don’t worry. There may be a thousands more on their way.

Do not despair. Chill.

EO

Teocuitatlán de Corona, Jal. ( circa 1961 )

Has escuchado el ulular de la lechuza…? jamás lo volví a oír

en la ciudad después de haber vivido en Teocuitatlán por varios

meses. Caminando de regreso a dormir de la plaza al trapiche del

pueblo. A la entrada del mismo. Las calles eran todas empedradas.

Era una corta distancia de diez minutos. Una cuadra antes la entrada

al trapiche, había un terreno extenso con cafetales y árboles frutales

que no conocía. Me enteré cuando junto con otros niños quienes no

teníamos algo mejor que hacer, lo cual era cada día, decidimos

investigar que había detrás de esa larga barda pintada de blanco.

Era ahí donde pienso que habitaban las lechuzas por la noche.

Durante el día era una cacofonía de loros y de quien sabe que otros

pájaros. Ah, llegué a escuchar las cigarras durante el día. Pero por

la noche, a eso de las ocho de la noche, que parecía medianoche en

el pueblo, la lechuza ululaba de la manera más triste…no sé si tienen

un ulular alegre…ó…quizá mi estado de ánimo me hacía apreciarlo

como triste….uuu…uuu…uuu…uuu….con un sonido como de

c al final de cada uuu…c….uuu…c…lo oía antes y después de cruzar el

puente sobre el río y pasar al interior del trapiche. Luego de acostarme

y poner toda mi atención oyéndole antes de quedarme dormido.

Por una ventana que daba al mismo río y donde había una hilera

de casitas a la orilla del río. Eran unas casitas de lo más rústico.

Pequeñitas. Una vez le regalé una bolsa con galletas a una señora

que vivía cerca de esa ventana del trapiche. Eran personas de los

más escasos recursos económicos. Por entonces…no comprendía…

como tantas otras cosas que no comprendía…el Sr. V. Era el dueño

del trapiche y de una tienda que vendía los artículos de primera

necesidad eg: tinas…vajilla…lazos…navajas…guadañas…y daba

trabajo a gran parte de la población, como la única fuente de ingresos

disponible de forma inmediata y al parecer por la costumbre…? apenas

50 años de la Revolución…y las presidencias plagadas de

corrupción hasta 1961…y las que faltaban…el pueblo aún quedaba

a una distancia en tiempo…como de cuatro horas…el camino era

aún una vía aún sin pavimentar. A 50 años de la Revolución.

Había un carnicero que vendía carne de res y otro de cerdo.

O ambos vendían de ambas. La de res se anunciaba con una

franela roja y la de cerdo con una blanca. Había una señora

que tenía la única fonda. Ahí comíamos mi papá y yo y

otras personas que no recuerdo. Jugaba con otros niños con

quienes me iba a los cerros en busca de pitayas. Junto con mi

eterno hermano mi perro. Nos bañábamos en el río todos los

días…y recuerdo esos meses con un cariño único y entrañable.

Pero les decía de la lechuza…su ulular me calaba hondo…tocaba

cierta parte de mi que nunca supe cuál fue. Pero si recuerdo

con claridad su dulce y triste ulular.

EO

Gracias corazoncito mío.

Que aún siendo del tamaño de un jarrito color canela

como el de mi piel, te mantienes siendo leal y fiel.

Como me habría gustado haberte tratado mejor y cuidado

con mucho mas amor…pasa que antes de llegar a mi edad

actual…algunos no observamos con detenimiento el gran

esfuerzo del que eres capaz…dando por tácita la dulce magia

de tu función hasta que una sacudida tuya por la espina y el

resto de nuestros cuerpos, nos hace pensar con más atención.

Dale gracias al dios de mis neuronas y a tus hermanos órganos

por tanto que hacen por mi. Estoy profundamente agradecido

con todos. El tiempo nos alcanzará a la misma vez.

Y he de llevarte conmigo hasta donde las estrellas nos tienen

ya nuestro apartado. Al lado de mis padres y hermanos.

Muchas gracias por todo.

EO

Hermano.

Deja tus botas de trabajo antes de pasar a tu casa.

Siente el piso que te esperaba. La sala fresca. La cocina

con su tibio corazón esperando tus caricias. Las sartenes

moviéndose en la pared rogando ser las primeras por

ellas. El gato y el perro recibiéndote con el mayor de los

gustos. Tu amada quien se acerca a tomarte en sus brazos

y sellar tus labios con los de ella. Bebe un jarro de agua

del cántaro de Morelia. Desnuda tu torso y tus pies.

Descansa en el sillón con tu amada por unos minutos

antes de pasar a la ducha. No hay necesidad de palabras.

La proximidad mutua entre los dos encierra todos los

diccionarios. Cada poema aún no escrito también.

Siente la lluvia de la ducha. El aroma de la pieza de jabón

con olor a lavanda. Ponte una camiseta de algodón.

Toma tu almuerzo en paz y despacio. Siente esas delicadas y

suaves manos dándote ese masaje firme y grato.

Vete de nuevo al amplio sillón y escucha tu música favorita.

Estas bien, hermano. Que bueno que estás disfrutando tu

noche en compañía de tu amada. Tu perro, tu gato y en

algún resquicio en la cocina, el cri – cri del grillo.

EO

Mañana en la vecindad.

Tendremos otra de las mejores fiestas del año.

Día del Padre. La vamos a pasar como el Día de la Madre.

A todo volumen y hasta que el sol se ponga. Como siempre,

tendremos todo el patio cubierto cual interminable gorgola

de la entrada hasta el fondo, de papel multicolor picado colgando.

Tres meses juntas con aguas frescas, de limón con chía, de

tamarindo y jamaica. Y para los vecinos de la quinta edad, vamos

a beber del fuerte y del débil si también se presta. Aquí no

discriminamos. Don Roberto el del # 9 va a poner la música.

Uno de los mejores Sonideros de la ciudad. Dos horas, y otras dos

pagadas por el fondo común para emergencias como estas.

Los familiares de unos de nosotros se van a dejar venir.

Nuestras fiestas ya han crecido en popularidad y vienen familiares

desde El Norte a pasarla con nosotros. La comida va a consistir en

las consabidas carnitas estilo Uruapan. Que prepara Don Juanito

el del # 3. Le salen riquísimas. Y su esposa Doña Consuelo y Doña

Chayo del #2 y Doña Petra, del # 4; van a hacer tortillas a mano.

Yo he estado preparando unas deliciosas salsas que he visto en You

Tube que están para morirse e irse directo al Paraíso ahí nomas a

un lado del mismísimo Jesús. El hijo del cielo. Más bien de sus padres,

pero así lo dejamos. Esto se va a poner bueno. Rosa fue de nuevo al

rancho. Quiso pasarla con su papá Don Jacinto y sus hermanos.

Doce de ellos. Una abuelita, ocho tías, cuarenta primos, y parientes.

Le dije: – Ve. Ve, ve. Ve y que la pases muy lindo con todos. No, no te

preocupes por mi. Ya sabes que soy el que mantiene el orden y no

permito que haya ningún exabrupto o grosería. Que como humanos

que somos, son contingencias posible de darse. No, no te preocupes.

Me preguntó Cristina la hija de Don Rogelio y Doña Cuca, del #7.

Le dije que Rosa iba a ir al rancho y me cogió del brazo con fuerza.

Y me jaló a sus labios. Creo que esto va a estar más lindo que el

mismísimo Paraíso. Tendremos el mejor salón de fiestas del mundo.

Y por techo tendremos todas y cada una de las estrellas y pienso

darle al cuerpo hasta el último punto de tolerancia. Santa Prieta

Guadalupana! Te pido que trabaje otra vez la pastilla como la vez

pasada…ay, ay, ay! Ay Dios! Ya sabes cómo soy. No me vayas a

desamparar ni me permitas flaquear ante el mundo y principalmente

cuando Cristina y yo estemos cara a cara, cuerpo a cuerpo.

Desnudos y dirigiendo nuestras miradas hacia ti allí por alguna rama

del guayabo. Mientras el grillo nos canta.

EO

En la vecindad.

Tuvimos un festejo maravilloso a raíz del arrollador

triunfo de Claudia Sheinbaum en la votación del dos de

junio. Ya desde temprano, sentíamos en los huesos el

desenlace del mismo. Como les platiqué, adornamos el

patio con papel picado de lado a lado. De comida preparamos

carnitas. De eso se encargó Don Rodrigo el carnicero, que vive

en el #2, con su esposa Juanita y su hijo Federico quien está por

recibirse de ingeniero químico. Es un joven muy estudioso y amable.

Nos cae muy bien a todos y en particular a Martha, la hija de

Don Julio y Doña Pina, quienes habitan el #6 de la vecindad.

Ya se han comprometido en matrimonio y son una linda pareja.

Somos una familia, deveras. Entre todos nos ayudamos.

Hemos reído y hemos llorado hombro con hombro. Pero les

decía, quebramos piñatas…comimos a hartarnos, bebimos agua

fresca de piña, tamarindo y jamaica, con mucho hielo y chía.

Pagamos tres horas de Sonido, bailamos de allá para acá y de

regreso. Ya para eso de la medianoche luego que se retiró el

joven del Sonido Cumbianchero, me tocó sacar la guitarra

y a Don Fausto el del #3 su acordeón. No, pues nos vinimos yendo

a dormir hasta a eso de las tres de la mañana. Rosa tuvo que ir a

su rancho porque su hermano Roque y su esposa Petra iban a

bautizar a su hijito. Tuve la fortuna de gozar de la compañía de

Susana, su esposo estaba en Chicago…Rosa en el rancho…

el bendito alcahuete del Demonio entre los dos…el roce de los

suaves tibios dedos de Rosa recorriendo mi cuello secuestrando mi

proximo sorbo de aire…fueron más que sobrado para encender

el deseo que se siente al filo de la madrugada. Y entre los dos

nos encargamos de extinguirlo, hasta el cansancio.

EO

El día del desafuero.

Ese día que el sol se ocultó de la rabia por la farsa

perpetrada contra López Obrador. Y se fue al otro lado del

universo a vomitar de la impotencia. Más la inteligencia y

paciencia de ese hombre bueno pusieron a todos sus adversarios

sobre aviso. Su discurso resonó hasta las estrellas. Y hasta el último

rincón del corazón del ciudadano congregado escuchándolo. Bebiendo

sus atinadas oraciones cual desierto sediento de justicia. Y su salida

del recinto no fue la esperada por sus enemigos. No. Fue la de

un hombre resuelto a luchar hasta con la última fibra de su ser

y cada neurona de su educada mente, por el ciudadano. No salió

abatido ni humillado. Sino engrandecido, del hombre su sino.

El recibimiento de los presentes fue apoteótico. Habiendo

comprendido su mensaje a la nación. Y esa tarde el corazón de

nuestro hombre se convirtió en el del tigre que todos sabemos

lleva dentro. Cómo? Absorbiendo esa energía única que da el amor.

Un pueblo entero se enteró del actuar de ese hombre y desde ese

momento iban a estar con él hasta el último momento.

Y nuestro hombre…viajó de la Ceca a la Meca. Recorriendo y

visitando cada ciudad, cada pueblo y cada ranchito. Y en cada

uno de esos, sus discursos hacían mecer hasta los maizales

del gusto y esperanza que daban. Mientras trabajaba incansablemente

por lograr su objetivo, sus adversarios, como él los llama, el ciudadano

les llama de otra forma; se burlaban. Más un día…el día tanto esperado

llegó…el sol brilló en todo su esplendor y un arco iris surgió de océano

a océano. El día de su ascensión a la Presidencia. Aquella tristeza de

aquel nefasto había quedado atrás. Asomaba ahora en el balcón

presidencial un hombre bueno. Que no iba a mentir, no iba a robar

y no iba a traicionar al ciudadano. Ese monstruo hermoso que hemos

tenido por presidente. La envidia en más de un continente. En unas

semanas más se jubila y se va a esa quinta que parece muy linda.

Cómo nos dijo: a hablar con los árboles y oír a los pájaros.

Te vamos a extrañar querido hermano Andrés Manuel.

Pero como dijiste: cumpliste tu ciclo.

Y sede lo más profundo de nuestro corazón te decimos: trabajo

bien hecho. Gracias.

EO