Has escuchado el ulular de la lechuza…? jamás lo volví a oír
en la ciudad después de haber vivido en Teocuitatlán por varios
meses. Caminando de regreso a dormir de la plaza al trapiche del
pueblo. A la entrada del mismo. Las calles eran todas empedradas.
Era una corta distancia de diez minutos. Una cuadra antes la entrada
al trapiche, había un terreno extenso con cafetales y árboles frutales
que no conocía. Me enteré cuando junto con otros niños quienes no
teníamos algo mejor que hacer, lo cual era cada día, decidimos
investigar que había detrás de esa larga barda pintada de blanco.
Era ahí donde pienso que habitaban las lechuzas por la noche.
Durante el día era una cacofonía de loros y de quien sabe que otros
pájaros. Ah, llegué a escuchar las cigarras durante el día. Pero por
la noche, a eso de las ocho de la noche, que parecía medianoche en
el pueblo, la lechuza ululaba de la manera más triste…no sé si tienen
un ulular alegre…ó…quizá mi estado de ánimo me hacía apreciarlo
como triste….uuu…uuu…uuu…uuu….con un sonido como de
c al final de cada uuu…c….uuu…c…lo oía antes y después de cruzar el
puente sobre el río y pasar al interior del trapiche. Luego de acostarme
y poner toda mi atención oyéndole antes de quedarme dormido.
Por una ventana que daba al mismo río y donde había una hilera
de casitas a la orilla del río. Eran unas casitas de lo más rústico.
Pequeñitas. Una vez le regalé una bolsa con galletas a una señora
que vivía cerca de esa ventana del trapiche. Eran personas de los
más escasos recursos económicos. Por entonces…no comprendía…
como tantas otras cosas que no comprendía…el Sr. V. Era el dueño
del trapiche y de una tienda que vendía los artículos de primera
necesidad eg: tinas…vajilla…lazos…navajas…guadañas…y daba
trabajo a gran parte de la población, como la única fuente de ingresos
disponible de forma inmediata y al parecer por la costumbre…? apenas
50 años de la Revolución…y las presidencias plagadas de
corrupción hasta 1961…y las que faltaban…el pueblo aún quedaba
a una distancia en tiempo…como de cuatro horas…el camino era
aún una vía aún sin pavimentar. A 50 años de la Revolución.
Había un carnicero que vendía carne de res y otro de cerdo.
O ambos vendían de ambas. La de res se anunciaba con una
franela roja y la de cerdo con una blanca. Había una señora
que tenía la única fonda. Ahí comíamos mi papá y yo y
otras personas que no recuerdo. Jugaba con otros niños con
quienes me iba a los cerros en busca de pitayas. Junto con mi
eterno hermano mi perro. Nos bañábamos en el río todos los
días…y recuerdo esos meses con un cariño único y entrañable.
Pero les decía de la lechuza…su ulular me calaba hondo…tocaba
cierta parte de mi que nunca supe cuál fue. Pero si recuerdo
con claridad su dulce y triste ulular.
EO