Es la ambrosía que mis pulmones respiran en cada
latido de mi corazón. Enviando en turno a través de los
tibios cauces de mis venas, el precioso e invaluable oxigeno
a mi cerebro. Irrigando la Via Láctea de mis neuronas.
Que habitan el infinito espacio de mi mente. Que transforma
mis palabras en colores y lo abstracto de ellos en ideas.
Es así mismo, un barquito de vela muy delicado.
Capaz de sobrevivir los más violentos huracanes.
Cuando mi mente realiza complejas operaciones de cálculo
sin yo darme cuenta. Transportándome sano y salvo a tierra
firme. Ese es mi Dios. Invisible para todos. Es así mismo, el
graznido del cuervo, el ulular de la lechuza, el silbar del viento
y el triste aullar del lobo. Es así mismo, la montaña y el río.
Y que te puedo decir, del océano ante mi y el púrpura atardecer
del sol al caer…
EO
Querido tío Ernesto,
Hoy entró por mi torrente sanguíneo, lo que los humanos denominamos terapia… Esos químicos en los cuales confiamos los mortales (y esperamos) muchas veces contra toda esperanza en que alcanzarán su objetivo…
hoy me llena inmensamente de esperanza pedirle a ese Dios de todos y personal que sé que me ama, que cambie ese líquido en la ambrosía que inunde como tú lo expresas ” la vía láctea de mis venas” haciendo que su amor y el tuyo impregnen no solamente mis neuronas, sino todas y cada una de mis pequeñinas y amadas células de este cuerpo… y que lo hagan, mientras me voy a soñar dulces y resplandecientes sueños con las estrellas y la luna y mañana podamos decir: “El tratamiento es un éxito”
Gracias querido tío, te amo,
Tita
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Querida sobrina Tita, te deseo lo mejor. Buena suerte.
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